Quizás porque estabas tan desequilibrado como había de acabar yo habías de ser el germen que cultivara mis males y entraste en una vida en la que ya empezaba a flaquear la cordura. Llegaste una noche cantando Daft Punk sentado en un banco de una calle vacía y te fuiste gritándome desde la ventana de una buhardilla hacia que lado debía partir. Todavía recuerdo las risas, la canción inventada ad hoc y la bici en la puerta.
No ayudó a dejarlo pasar que me trajeses una rosa el día siguiente y no me detuvo nunca tu ímpetu palestino, porque llevabas la guerra en las venas y me trasladaste una fuerza por lo justo que todavía perdura en mi forma de ver el mundo.
Me convertiste en mártir, me cambiaste la vida y quisiste que a mis 19 años ya no hubiese vuelta atrás. Ya no me dejaste nunca ser la misma persona para ser cada vez mejor suicida.
Las torres gemelas eran dos y cayeron una detrás de la otra mientras yo miraba la televisión atenta y era consciente de que el mundo no sería el mismo y de que mi mundo ya revuelto se retorcería aún más.
Cuando centramos nuestra atención en un punto perdemos mucho campo visual y la maldad y la represión se ceba en otros sitios, con otras gentes. Mientras, a mi me tocaba la incomunicación, el sufrimiento, la impotencia y la incomprensión de quien en su propia locura no comprende la pequeñez de un ser en la inmensidad de este mundo de países complejos. ¿Alguien se preguntó por el conflicto de Oriente Medio mientras EEUU se cebaba con Afganistán?
He tenido y tengo el placer de sentarme y hablar con gente de muy diferentes Países. He visto cosas y me gusta escuchar. La capacidad de crítica y elogio ha brotado en mí como algo natural y mis ojos no han podido dejar de ser otra cosa que ventanas al mundo que nunca cierran.
No ayudó a dejarlo pasar que me trajeses una rosa el día siguiente y no me detuvo nunca tu ímpetu palestino, porque llevabas la guerra en las venas y me trasladaste una fuerza por lo justo que todavía perdura en mi forma de ver el mundo.
Me convertiste en mártir, me cambiaste la vida y quisiste que a mis 19 años ya no hubiese vuelta atrás. Ya no me dejaste nunca ser la misma persona para ser cada vez mejor suicida.
Las torres gemelas eran dos y cayeron una detrás de la otra mientras yo miraba la televisión atenta y era consciente de que el mundo no sería el mismo y de que mi mundo ya revuelto se retorcería aún más.
Cuando centramos nuestra atención en un punto perdemos mucho campo visual y la maldad y la represión se ceba en otros sitios, con otras gentes. Mientras, a mi me tocaba la incomunicación, el sufrimiento, la impotencia y la incomprensión de quien en su propia locura no comprende la pequeñez de un ser en la inmensidad de este mundo de países complejos. ¿Alguien se preguntó por el conflicto de Oriente Medio mientras EEUU se cebaba con Afganistán?
He tenido y tengo el placer de sentarme y hablar con gente de muy diferentes Países. He visto cosas y me gusta escuchar. La capacidad de crítica y elogio ha brotado en mí como algo natural y mis ojos no han podido dejar de ser otra cosa que ventanas al mundo que nunca cierran.
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