Hoy he escuchado en la radio a Juan José Millás comentando un relato anónimo que definía la felicidad de una pareja como la capacidad de sentarse por la noche a ver una película, cogerse de la mano y terminar así el día. Inevitablemente, me ha tocado la fibra sensible. Y os contaré ya de paso, que lo he escuchado en un podcast mientras caminaba encima de la nieve, viendo lagos y ríos helados llenos de niños y adultos patinando encima del hielo, como han hecho toda su vida. Lo que hace 3 días era verde, hoy ha pasado a ser blanco y donde antes era capaz de correr hoy he tenido que andar, sólo soy una turista cultural. Ya no llego a casa a ver una película, no me espera nadie en el sofá y mi mano yace sola debajo de un cojín. Parece que sólo cambie el color del paisaje pero cuando te decides a salir ves que ya no puedes hacer lo que hacías antes y sólo porque ha nevado.
domingo, febrero 05, 2012
jueves, febrero 02, 2012
Nunca quise ser Carrie
Hace ya más de un año que no escribo y me entró la nostalgia y después de la nostalgia la tentación y por supuesto el miedo de no creerme capaz de volver a hacerlo. Ya apenas utilizo el que es mi idioma materno, ya no dudo, ya no me tiembla la voz y aunque puede que sea la práctica, tiendo a pensar que la inseguridad se diluye con el paso del tiempo y el tiempo pasa inevitablemente.
Me pregunto si debería cambiar el título de este blog, no lo haré. Pero deberé admitir al menos por escrito una vez que bien debería cambiarlo a “nunca quise ser Carrie” y sin embargo lo soy. Será quizás por eso que me haya negado a escribir durante tanto tiempo. La vida está llena de ironía y me recuerdo devorando capítulos y temporadas enteras de “Sex in the city” imaginando cómo sería ser una de ellas. Pues bueno, aquí estamos, a punto de cumplir treinta, soltera, viviendo sola en una ciudad a miles de kilómetros de mi país, viajando constantemente, sin perder el atractivo pero cansada de vivir un capítulo eterno de Sexo en Nueva York.
Me pregunto si debería cambiar el título de este blog, no lo haré. Pero deberé admitir al menos por escrito una vez que bien debería cambiarlo a “nunca quise ser Carrie” y sin embargo lo soy. Será quizás por eso que me haya negado a escribir durante tanto tiempo. La vida está llena de ironía y me recuerdo devorando capítulos y temporadas enteras de “Sex in the city” imaginando cómo sería ser una de ellas. Pues bueno, aquí estamos, a punto de cumplir treinta, soltera, viviendo sola en una ciudad a miles de kilómetros de mi país, viajando constantemente, sin perder el atractivo pero cansada de vivir un capítulo eterno de Sexo en Nueva York.
Etiquetas:
Paranoias
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