Quedamos cuando el marciano salía del trabajo y yo me tomaba un respiro del mío. Recuerdo perfectamente que llevaba mi abrigo negro, el mismo que compré cuando iba a COU, lo que significa que tenía exactamente 10 años. Hasta eso mismo resultó ser un ritual inconsciente dentro de todo el ritual francamente consciente. Y nos enfilamos a la búsqueda de una habitación potencia de 2 entre comentarios graciosamente nerviosos sobre la apariencia de las paredes de aquel sitio. Nunca presumí de amistad porque a pesar de haber estado a su lado en momentos difíciles, a pesar de saberme importante, he preferido sentirme prescindible todo este tiempo con el repugnante propósito de ignorar que no estuve a la altura de las circunstancias en los momentos más duros. Como hicieron las personas adultas que desfilaron numerosas veces por los mismos pasillos, debí haber sabido restar importancia a las cosas y haber tenido el valor de pasear mi abrigo por allí más de una vez. Hoy estoy muy lejos y no podré formar parte del ritual colectivo y seguro multitudinario que sin serlo sabemos que es para todos el funeral que no tuviste.
23 Sept 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario