viernes, octubre 23, 2009

Renacimiento contemporáneo artificialmente dirigido

Durante poco más de 10 siglos de nuestra historia europea, en la Edad Media, existieron dos tipos de personas, los señores feudales (nobles) y los campesinos, ignoremos a la iglesia. Los nobles eran una estirpe, se nacía noble y se era noble por la gracia de Dios, la cuna de nacimiento tejía el futuro que te esperaba y nada podía hacerse para cambiarlo. Demasiados siglos de una oligarquía feudal terminaron por romper este sistema en el siglo 15 con el denominado Renacimiento. Se debió a un grupo de personas asqueados no por no poder tener dinero sino por no formar parte del grupo elitista de los nobles solo por no haber nacido en la familia adecuada por mucho esfuerzo que pusieran en sobre salir de la masa a base de fortunas bien trabajadas. Gracias al dinero que acumulan, este colectivo comenzó a acaparar poder y surgió una nueva clase, los burgueses, en ese momento ya no sólo se nacía noble y rico, uno podía hacerse rico, la diferencia entre ambos: el noble nace y el burgués se hace.
Es curioso como el ser humano puede retorcer la historia y hacerla repetitiva. Hemos asistido desde no hace mucho a una especie de Renacimiento de la belleza artificial. El ser humano ya no nace bello, se hace. Esto no ha fijado el comienzo de una nueva época de oportunidades e igualdades sino más bien el comienzo de la coartación de libertades, un falso avance, un camino hacia el sacrificio por la apariencia como signo del éxito.
Existe y seguirá existiendo una clase feudal de la belleza, personas que nacen con las facciones simétricas y cuerpos de formas armónicas que sin sacrificio alguno mantienen una supremacía externa y pueden fijar otras metas en claves de salubridad o autentico valor como persona. Pero ¿y la clase burguesa? esos a quien alguien vendió una mentira sobre el éxito, quienes admiran a quienes tienen otra clase de éxito porque no han tenido que sacrificar otros ámbitos debido a su noble belleza y que a ojos de los burgueses lo tienen todo. Y como nos han vendido que ahora nadie nace sino que dependemos de nuestro propio esfuerzo, ahí van esos pobres burgueses dirigiendo sacrificios hacia una belleza artificial y divergiendo el esfuerzo de los otros éxitos mortales. De esta forma el burgués acapara un éxito artificial pero merma las posibilidades del éxito inmortal.

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