martes, noviembre 03, 2009

Deslices

El laboratorio donde estoy tiene dos puertas de forma que por una comunica con unas escaleras interiores y por otra con una especie de hall que da a diversas aulas y a unas escaleras que suben a la entrada. Desde la entrada es sencillo llegar a las aulas puesto que estas escaleras la comunican directamente. Sin embargo, aquellas estancias que estan en la misma planta que mi laboratiorio alejados de este hall, deben subir por las escaleras internas a la entrada y de ella bajar por la escaleras que antes he comentado. Por ese motivo la gente empezó a utilizar este laboratorio como un pasillo, ya que las puertas comunican una zona con la otra y se decidió poner un cartel en la puerta especificando que esa puerta pertenecía a un laboratorio y no era un pasillo. Supongo que no es el ruido lo que molesta, sino la distracción inevitable y en este caso innecesaria de levantar la cabeza para ver quién entra.
Cambiando a otro laboratorio, han habido problemas con el ruido que ciertas personas generaban y que a otras personas no les permitía trabajar. Incluso se llego a iniciar una queja vía spam para hacer saber a todo el laboratorio que ciertas personas no podían trabajar debido a tanto ruido. Hay que acalarar que hablamos de un laboratorio con al rededor de 20 personas. El problema ya no es tal, puesto por causas ajenas pero muy oportunas, el grupo molestado fue trasladado de laboratorio y ahora restan tranquilos y callados todos juntos en él. En la puerta de este nuevo espacio se ha colgado un cartel en el que pone "this laboratory approximates silence" para avisar a cualquier persona que tenga el coraje de entrar.
Ahora es cuando se entrelazan ambas historias. Hace apenas un momento una de las personas que protestaron por el ruido en su antiguo laboratorio ha tenido un pequenyo desliz utilizando este laboratorio como pasillo.
La verdad, a mi ambas cosas me parecen superfluas y respetables, pero en la vida uno debe ser coherente, es incoherente criticar a ultranza el ruido y la molestia que te es causado y contrariamente ignorar un cartel que avisa de que estás molestando a personas que igualmente aspiran a trabajar con tranquilidad.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Sabed que hasta la personas que intentan hacerlo todo bien en innumerables ocasiones pecamos de defender nuestros propios intereses demasiado fervientemente y no comprender que lo mejor para nosotros puede no ser categóricamente lo mejor. Así que espero que este pequenyo desliz sirva como alarma a la empatía para que esté presente siempre en nuestros juicios.

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