miércoles, septiembre 16, 2009

"Menos mal hacen los delincuentes, que un mal juez".


José Saramago ha escrito recientemente:

Son 114.266 personas las que … desaparecieron, en el contexto de crímenes contra la humanidad, entre julio de 1936 y diciembre de 1951...

Desde la Convención de Ginebra de 1864 sobre leyes y costumbres de la guerra, al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, pasando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 o los recientes Principios o Directrices de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos adoptados en el año 2005, es indudable el deber, moral y jurídico, de toda la comunidad internacional y de cada uno de los Estados que la componen, de perseguir graves crímenes contra la integridad y dignidad humana.

Como otros crímenes semejantes, considerados de lesa humanidad, no son amnistiables ni prescriptibles según la evolución del Derecho Penal Internacional desde los principios de Núremberg.

España … ignora a sus propias víctimas … y desoye las obligaciones contractuales internacionales dimanantes de tratados y convenios suscritos e incorporados a su ordenamiento jurídico.

Recientemente, el Comité de Derechos Humanos … antes de que se declarase la Audiencia Nacional incompetente para conocer de las desapariciones … señaló que "está preocupado por el mantenimiento en vigor de la Ley de Amnistía de 1977", y recordó que "los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles … prevé que se esclarezca la suerte que corrieron los desaparecidos, observa con preocupación las informaciones sobre los obstáculos con que han tropezado las familias en sus gestiones judiciales y administrativas para obtener la exhumación de los restos y la identificación de las personas desaparecidas".

Señalaba, el relator de Naciones Unidas, Louis Joinet que "para pasar página, hay que haberla leído antes".

martes, septiembre 15, 2009

Conversaciones con Lorca

En España hubo una guerra civil iniciada por un golpe de estado a un gobierno democrático y elegido por la mayoría del pueblo, la República. El golpista ganó la guerra y se apoderó del país imponiendo un régimen de gobierno no democrático, autoritario y represivo.
El 20 de Noviembre (fiesta nacional republicana) murió el golpista y delegó su reino a un rey y hasta hoy seguimos teniendo ese rey y una constitución donde está escrito que el rey gobierna, por la gracia de Franco que no por la gracia de Dios (no sé qué es peor).
Tras más de 34 años de gobierno real impuesto y sin critica alguna al golpe de estado, a la represión ni al gobierno impuesto todavía hoy la mayor parte de la población española desea que las cosas queden como están. Y ha de ser que la gran mayoría lo quiere, porque si existiese una opinión popular que deseara hacer justicia, que deseara dar paz a las víctimas de la represión y reconocer de una vez por todas que el régimen político del dictador fue impuesto e ilegítimo lo reclamaría.
Parece que la mayor parte de la población ha olvidado que la mayor parte de sus antecedentes estaban de acuerdo con la República. Cómo puede olvidarse que en 1931 los españoles tenían derechos que hasta el 1975 eran inimaginables:
  • igualdad de los españoles ante la Ley
  • proclamar a España como "una república de trabajadores de toda clase"
  • laicidad y total eliminación de la religión de la vida política
  • elección cargos públicos, incluido el Jefe del Estado
  • eliminación de una segunda Cámara aristocrática
  • nacionalización los servicios públicos
  • voto desde los 23 años con sufragio universal, también femenino
  • reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio
Qué hubiese sido de España teniendo esta clase de derechos, principios y educación desde 1931, no veis que es eso lo que tenían los países que ahora dicen ser "socialmente avanzados". España podría ser tan diferente, nuestro presente, nuestros derechos podrían haber progresado a un nivel que ahora, una sociedad que retrocede, pone cada vez más y más lejos.

sábado, septiembre 12, 2009

From lost to the river

Supongamos que la incertidumbre te embarga, puedes pintar cuadros mentales y convencerte de que eres capaz de abarcar todas las posibles soluciones de forma que si sabes el qué sabrás el cómo. Pero después de todo, el problema no es la futura consecuencia sino la incertidumbre y el hecho en sí de que muy probablemente no estamos preparados para las consecuencias.
Imaginar qué puede pasar y qué ocurrirá es muy probablemente una manera de mantenerse ocupado y no tener tiempo de descubrir lo que causa la incertidumbre porque en ese mismo momento, el momento en el que abandonas la inopia, ya no existen alternativas, ya no eres una persona con opciones sino que ya tienes el camino marcado. Por eso creo que la incertidumbre nos gusta porque es sinónimo indiscutible de tener todavía alternativas.