viernes, enero 08, 2010

Cambios, giros y rotaciones.

Podemos entender el cambio como parte intrínseca del paso del tiempo. Este provoca el desplazamiento de las cosas en un determinado rumbo llevando a un resultado o resultados intermedios que equivalen a cambios en el estado total.
La causa mayor es el movimiento de la tierra. Nos movemos constantemente y a eso llamamos tiempo, ya que debido a ese movimiento doble tenemos años y días. Ese constante cambio nos hace crear rutinas y esas rutinas generan estados que se ven alterados por la interacción con otros entes en constante desplazamiento espacio-temporal. En otras palabras, nuestras vidas cambian paulatina, constante e imperceptiblemente. El cambio es infinitesimal y continuo, de ahí que sea imposible determinar la cantidad en que se ha cambiado dado un momento (aunque no lo sería si pudiéramos definir la función e integrarla...).
Con el paso del tiempo los niños crecen convirtiéndose en personas físicamente diferentes. Las madres no percatan el crecimiento diario de su hijo y eso les lleva más de una vez a cierta confusión mental cuando tratan de interpretar una situación actual con un estado que puede ya no ser válido. Contrariamente si pasa mucho tiempo entre percepciones ha de interpolarse ambas y rellenar un hueco relativo al tiempo del que no se ha sido testigo. Es el famoso caso del conocido de la familia que encontramos por la calle y no reconoce al adolescente que era niño en el último encuentro fortuito.
Pero más allá del cambio físico natural, existe un cambio etéreo en todos nosotros que somos incapaces de auto-percibir. En ocasiones nos ausentamos largas temporadas y es inútil seguir al corriente como para simular nunca haberte ido. Irremediablemente a tu vuelta sientes que el alrededor es diferente a la última vez que lo percibiste y te puede aturdir el no comprender ciertos estados debido a no haber vivido el cambio constante. Frecuentemente cometemos el error de pensar que la situación es lo suficientemente inamovible e ignoramos que todos seguimos girando en torno a nosotros mismos y alrededor de algo de forma diaria e imperceptible hasta que en un rango más amplio se convierte definitivamente en algo distinto a como lo recuerdas.

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