miércoles, enero 27, 2010

Saco roto.

Pasada mi época de adolescencia rebelde en la que me avergonzaba de este país porque sí, me reconcilié con mi nacionalidad y hasta este momento nunca llegué a pensar que llegaría a pensar de nuevo que este país es un país de obreros y cajeras. Y no es que tenga nada malo ser obrero o cajera, sólo que no creáis que es fácil serlo. En esta broma llamada educación, estás siempre demasiado preparado y por más te empecines en trabajar de obrero o cajera no querrán contratarte por exceso de preparación. Así que este país es lo que se merece, un país dónde estudiar sólo te promete ser despreciado por empresarios no dispuestos a pagar lo regulado. Cuando crees firmemente en tu gobierno y estás firmemente decidido a servir al conocimiento y el progreso de tu país sólo recibes una bonita invitación a un viaje de ida al extranjero en busca de formación pero sin billete de vuelta.
Este es el país que invierte dinero en la educación de su gente y cuando logran tener éxito y formar un buen investigador en lugar de mantenerlo lo echan a la cola del paro o a las garras de otro país sediento de conocimiento. Sencillamente porque en este país, tristemente el mío, es socialmente más rentable y popular mantener a un obrero que a un intelectual, porque en este país se invierte muchísimo más en ayudar y mantener a las empresas que a las personas que trabajan realmente para levantar el país y no para defraudar a hacienda. 2 de cada 5 personas que trabajan en el sector privado se quedan sin trabajo mientras 5 de cada 5 personas que terminan el doctorado se quedan en la calle, pero aún así mientras el número total sobre el que se calcula el porcentaje sea inferior, seguirá contando más la bronca obrera que la intelectual. No creo que seamos merecedores de ser considerados como algo más de lo que se nos considera, el tercer mundo de Europa y mientras así sigamos actuando eso seguiremos siendo, un país de camareros, obreros y cajeras al servicio de los turistas nórdicos.

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