Esta ciudad es todavía demasiado pequeña para no haber gente a la que conoces de vista porque llevas viéndola por la calle desde que tienes uso de razón. Al crecer la ciudad simplemente se empezaron a escapar de mi memoria visual miles de personas pero las que estaban desde el principio permanecieron. Pues entre los que estaban desde el principio hay un hombre paralítico que lo conozco yo y media ciudad. Cuando tenía unos 11 o 12 años,siendo una niña, conocí a este hombre, se acercó a mi y a una amiga de la misma edad mientras estábamos sentadas en el banco de una plaza. Quería invitarnos a tomar algo. Cuando se lo conté a mi madre ella ya sabía quien era, al parecer hacía poco la siguió andando a su ritmo en la silla hasta que mi madre se percató de que no era un simple caso de mismo ritmo y rumbo y él pretendió invitarle también a tomar algo. Con el tiempo fueron saliendo personas y personas con las que hablaba y a las que les había pasado lo mismo.No me atrevo a decir en voz alta que se aprovechaba de su condición para intentar pillar algo pero si que lo he pensado más de una vez. Lo he visto millones de veces por la calle y siempre intento evitar una situación de proximidad estática. No se trata de la silla, se trata de que no me siento nada cómoda si un extraño me para en la calle para ligar, porque encima si eres directa y le mandas a paseo, te pueden tachar de cruel.
El recuerdo ha saltado de mi memoria a mi cabeza pensante mientras conducía al pararme en un paso de cebra para dejar pasar a un peatón minusválido que ha resultado ser la persona de la que vengo hablando en las últimas líneas. Me da igual que esté en silla de ruedas o que ande con patines, no me perece normal ni justificable que un hombre de unos 35-40 años vaya intentando invitar a tomar lo que sea a menores muy niñas. Han pasado 12 años de eso y 12 años también para él; estaba más delgado, parecía más débil y le ha costado subir la rampa de la acera. He deseado muy fuerte que no se cayera porque de hacerlo habría bajado a ayudarle y después seguro que habría querido invitarme a tomar algo.
1 comentario:
Siempre me ha parecido gracioso que mucha gente piense enseguida eso de "hala, qué cruel, si es un minusválido". Como si no pudiera haber minusválidos hijos de puta... En fin, los prejuicios :)
Un beset, lady in red (rodolí!)
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