Cuando andas por una ciudad pequeña no hay rincones, no puedes esconderte y no puedes evitar que cada plaza, calle y lugar te traiga al presente un recuerdo. Reinventarse y perderse son ventajas exclusivas de las ciudades que añoro y en esta estación muerta, cuando las pequeñas y las grandes ciudades se vacían, las grandes siguen latiendo. Mientras aquí nos consumen las persianas de los bares bajadas por vacaciones.
miércoles, agosto 15, 2007
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