A la Iglesia nunca le ha convenido fomentar ni el espíritu crítico ni la libertad de conciencia porque pretenden tener el monopolio del adoctrinamiento. Y a eso es a lo que ellos llaman libertad. El monopolio del adoctrinamiento es un verdadero escándalo que se ve reflejado en la primera chica objetora de conciencia de la Comunidad de Madrid, que declaró que ‘a mí no me come el coco ni Dios, y mucho menos el Estado’. Esta persona no se puede presentar como un ejemplo de espíritu crítico, sino más bien todo lo contrario. Me parece que, como miembro perteneciente a una secta religiosa, no está dispuesta a que nadie le haga tambalear su ideario con crítica y con libertad de conciencia. Porque la Iglesia es una secta religiosa como cualquier otra, lo que pasa es que tiene más poder.Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía en la UCM
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