domingo, mayo 16, 2010

Desánimo

He vuelto a pensar que quiero dejar de ser española. Ahora porque en momentos de crisis es cuando los españoles demuestran si cabe más su naturaleza. Se dice de los latinoamericanos que son pícaros, que si pueden defraudan y engañan para buscar el beneficio. Nos bombardean con los casos de corrupción en Méjico, con las posibles relaciones del presidente de Colombia y los paramilitares y demás casos de falta de honestidad. Pero acaso la política y la sociedad española son diferentes, quien nos ha dado el bastón del poder creer que estamos por encima de eso cuando nos parecemos más a eso que a Suecia. El español que defrauda y sale ileso es envidiado por ello. Los políticos no abandonan su cargo por poco decentes que se demuestre que son y lo peor los “ciudadanos” les votan por que piensan que todos están hechos de la misma pasta, incluidos ellos mismos y que en esa situación harían exactamente lo mismo. De esa forma la corrupción es admirada y asumida (como bien decía Esperanza Aguirre hace no mucho).
Un buen ciudadano hace las cosas bien porque cree en el Estado, porque mis impuestos forman este país. Con lo que pago yo, lo que pagas tú y la empresa de mi vecino nuestros hijos reciben una educación, se pagan las facturas de los hospitales y viven nuestros jubilados, los minusválidos y los dependientes con dignidad. Al ciudadano normal que defrauda no se le debería multar, se le debería privar de derechos, que recoja la basura y la lleve al vertedero él mismo, que pague un colegio totalmente privado a sus hijos, médicos, que se le prive el derecho de atención primaria en urgencias cuando el hospital privado no pueda atender sus necesidades.
La semana pasada los trabajadores del sector privado celebraban el recorte del sueldo de los funcionarios porque de todos es sabido que en este país hay una lucha entre los que son y no son funcionarios. Los unos se quejan porque los otros viven demasiado bien y los otros se indignan porque los que perciben un salario no regulado por el estado intentan sacar dinero negro de debajo de las piedras o esquivar la responsabilidad ciudadana. Pero como dice el refrán “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Ahora el gobierno va a por la reforma laboral, el abaratamiento del despido, el pistoletazo de salida para que los empresarios bajo la excusa de la crisis comiencen a despedir a diestro y siniestro y el paro en lugar de bajar crezca hasta niveles desorbitados. Y en todo esto, los trabajadores del sector público y del privado se entretienen más riéndose los unos de los otros en lugar de aliarse contra el enemigo común, el recorte de derechos y el beneficio de unos pocos.

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