viernes, mayo 07, 2010

De vuelta al país de las maravillas.

Ya tengo otro billete de avión, esta vez con destino a Holanda. Una de las cosas que más me han sorprendido en este corto tiempo que llevo con lo de la trashumancia es lo fácil que desaparece la gente y lo difícil que es perder a otros. En mi aprendizaje por ensayo y error he podido observar que tras un breve periodo de rabia, enfado y falta de comunicación concisa, unas personas tienden a asumir que faltas y en las que te quieren aflora un sentimiento de máximo aprovechamiento del tiempo adquirido. Pero lo más sorprendente son tus propios cambios. Señores y señoras, tienen ante ustedes una nueva Bridget capaz de pasar seis meses con dos bolsos y dos pares de zapatos, y lo que es peor, he llegado a la conclusión de que me sobran unos 8 pares de zapatos y unos 10 bolsos que no sé dónde meter en mi nueva vida de reducido tamaño.
Las crónicas desde Holanda prometen. Una europea del sur, una morena del tercer mundo europeo en un país gobernado por lo que entiendo como extrema derecha. Por ahora me río de la libre circulación de personas y trabajadores. Me desplazo libremente pero con mi partida de nacimiento debajo del brazo para darme de alta obligatoriamente en el registro de inmigración. Espero que no tiren de esa lista si las cosas se ponen feas porque muy de la raza aria no parezco y tengo todas las papeletas para acabar en un campo picando piedra.

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