lunes, abril 02, 2007

La ley del mínimo esfuerzo

1:18 de la madruga del domingo, desesperación y crisis. Asignatura de 2 créditos ECTS = 50 horas de dedicación. El martes debo presentar un trabajo del que todavía no sé título ni contenido.

Problema: señor con una jeta tremenda que interpreta los créditos ECTS como "yo no doy clase y vosotros hacéis algo en casa" ¿el qué? Ni idea a estas alturas.

Se nos da un artículo en lo que él denomina una primera "sesión" y de ahí debemos hacer una presentación de intenciones en una segunda "sesión".

Segunda "sesión": salgo invicta leyéndome sólo el abstract y las conclusiones del artículo en cuestión (como lo leéis) y presentando un esquema del sistema que al parecer el artículo presentaba en mayor profundidad, pero desconozco por completo cómo. El Jeta me dice que profundice en uno de los aspectos para el trabajo que presentaré en la tercera "sesión". Creo que hay algo de representación.

Ella: la profe más mona del pasillo y más incompetente de paso, ave que se nutre del trabajo de los demás y que se abre paso a través de becarios y trabajos varios de pobres colaboradores inocentes que huyen despavoridos tras el robo intelectual. Se dedica a la representación.

Yo: triste estudiante de master obligada a pasar por el trance, sufro al Jeta y sufro a la Miss Profe y a la 1 y 31 de la madrugada del domingo y con el lunes por delante para terminar el punto trabajo me pregunto ¿qué puedo hacer para darles a ambos con la horma de su zapato?

Solución: mi trabajo va a consistir adaptar las trasparencias de las clases de Miss Profe (ripeadas a su vez de a saber quién) para hacer un trabajo para el Jeta que tiene como norma trabajar lo mínimo. Por que a todo esto, no os he dicho lo mejor, trabaja tan poco, que ni tan solo quiere un trabajo, sólo quiere otra presentación, es perfecto.

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